Una tarde de feria en la aldea,
apareció en medio de toda la multitud un carruaje dorado
arrastrado por un enorme caballo negro.
Del carruaje salió un anciano.
Este llevaba puesto un traje muy elegante,
similar a los usados por miembros de la realeza.
El anciano se sentó en medio de la multitud y exclamó con fuerza:
—“¡Soy emperador de tierras desconocidas para la mayoría de ustedes!”.
Se hizo un silencio profundo.
El anciano continuó:
- “Aquel que conozca mi nombre podrá regresar conmigo
y heredar mis reinos.”
Hizo una pausa. Luego cerró diciendo:
—“Existe un niño huérfano en esta aldea,
mi nombre es el de él.”
Un aldeano rápidamente exclamó:
“Esta aldea es muy pequeña y ¡Solo hay un niño huérfano!”
“¿Alguien sabe su nombre?” —Preguntó una mujer mayor.
Todos se miraron las caras con ansiedad por saber
quién sería el primer afortunado en recordarlo.
“A esta hora él suele estar sentado frente al lago”
—Dijo una niña tímidamente.
De manera acelerada los aldeanos fueron corriendo al lago
en busca del niño huérfano.
Un aldeano llamado Liam llegó primero,
y casi sin poder respirar le preguntó:
—“Niño ¿Cuál es tu nombre?”.
A lo que el niño respondió:
—“Yo soy, Liam.”
“¡Qué casualidad!”
—pensó Liam y sin perder un segundo,
corrió de vuelta hasta donde el anciano.
Una vez ahí se paró frente al anciano sin nombre y le dijo:
“Su nombre es, Liam.”
El anciano aún sentado, negó con la cabeza.
A continuación llegó Roberto,
un aldeano que logró escuchar todo después que Liam y dijo:
“¡Él te mintió!”
—se paró frente al anciano sin nombre y dijo:
“Su verdadero nombre es, Roberto.”
El anciano ya sin levantar la vista, volvió a negar con la cabeza.
Finalmente llegó Emma sosteniendo al niño huérfano del brazo
y arrojándolo frente al anciano dijo:
“Este niño además de huérfano, ¡es un mentiroso!”
Emma continuó diciendo:
—“Escuché cómo le dijo al primer aldeano que su nombre es Liam,
y al segundo que su nombre es Roberto...
...Solo él conoce la verdad y mientras tanto nos miente a todos
diciendo lo que queremos oír.”
El anciano sin nombre miró al niño fijamente y le preguntó:
“¿Cuál es tu nombre niño?”
A lo que el niño le respondió:
“Yo soy, anciano.”
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